Homenaje a la Madre Tierra


Extraído del libro “Rico por Dentro, Rico por fuera” | Famel Vasquez

Una hermosa dama, quien había trabajo mucho por acumular una grandiosa fortuna se había enterado de una tragedia: cinco pequeños niños se habían quedado en la orfandad. La mujer pensó en su enorme mansión llena de vida con los infantes, y del orgullo que sería verlos crecer, entonces los adoptó.

  Durante los primeros años todo fue alegría y buenos recuerdos, a pesar que habían tirado muchos floreros y roto algunas ventanas, ella los acurrucaba cada noche con ilusión en sus ojos, pensando en el prometedor futuro de cada uno de ellos.

  Mientras fueron creciendo todo iba cambiando, cuando se enteraron que no eran hijos legítimos, su actitud se convirtió en una pesadilla para la mujer, quien, siguió amándolos con amor de madre.

   A pesar de la forma en cómo se comportaban, ella nunca dejó de compartir sus posesiones con ellos porque se decía a sí misma: “alguna vez entenderán que esto no solo es madera, piedras y metal, es el museo de su vida, es la bodega de sus memorias”. Uno, de los ahora ya adultos, organizaba fiestas todos los fines de semana en su casa, y luego de cada una siempre se perdían objetos valiosos, de a poco destruía las instalaciones y terminó dañando la piscina; los dos mayores decidieron que necesitaban su usar su herencia y para eso vendieron su parte de la propiedad, donde en una de ellas se construyó una lavadora de autos, y en la otra un estacionamiento. Otro de ellos vendió la ropa de la madre para pagar deudas, además vendió las joyas que la Mujer, conservaba desde sus abuelos, y con ese dinero se compró un auto de lujo. La hermosa dama fue envejeciendo ayudada por el dolor de las acciones de sus hijos, quienes decidieron vender todo lo que restaba de la fortuna y repartirselo entre ellos. Al final, la herencia fue mal gastada, ella terminó viviendo en un lugar que recogía a mendigos, y sus hijos nunca la visitaron. Nunca se defendió, porque nunca perdió la esperanza de que sus hijos cambiaran.

¿Cuántas veces has disfrutado de naranjas producidas en tu país?   ¿Cuántas noches has dormido sobre una cama hecha con árboles que crecieron en tu patria? ¿Cuántas veces viajaste sobre vías construidas con piedras  de tu nación? ¿Cuántas veces le hemos agradecido a la tierra por darnos esto y mucho más? Nuestra madre no nos niega nada, la tierra nos alimenta, nos brinda paisajes que nos inspiran, ve jugar a nuestros hijos, nos recibe al nacer y nos recibe en sus brazos cuando morimos. En Ecuador y en todo el mundo hay muchas personas que si cuidamos de nuestra madre, la amamos, no permitimos que alguien ensucie sus vestidos con chicles o papeles; la mantenemos limpia, la curamos cuando enferma. La respetamos cuando se enoja y estamos tan orgullosos de ella, que la anunciamos al mundo para que todos vengan a contemplar su hermosura.

  Es cierto que una flor no hace un jardín, y que tu cuidado no es suficiente para fructificar a la Pacha Mama, pero si hoy haces la diferencia, mañana alguien más se unirá, porque lo importante no es: cuántos no dañan la naturaleza, lo importante es cuántos la aman y la fructifican con pasión, porque es nuestra madre. Ella nunca perderá la esperanza de nuestro cambio, no la defraudemos.

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