skip to main |
skip to sidebar
Una noche un anciano lloraba en su cama pensando en la delincuencia de su barrio y lo poco que se había hecho para cambiarla. Y con mucha rabia le reclamaba a Dios diciendo: ¿Por qué no te importa tu creación? Solo porque tú estás tranquilo allá en el cielo, nosotros no te importamos. Y durante horas reclamaba y reclamaba. Luego de librar su ira, y en un momento de sobriedad pudo escuchar una dulce voz que le había estado hablando mientras él gritaba: Cada vez que oigo el dolor de alguien que sufrió un robo, envío un niño/a al mundo para que siembre justicia, cada vez que veo una familia empobrecida envío un niño/a con un sueño de empresa para que la salve, cada vez que veo tu país en crisis envío un niño/a al mundo con un sueño de cambiar la política, tú aún puedes ser ese niño, ese hombre, ese anciano que haga la diferencia y cumpla su sueño para dejar mucho mejor el mundo de cómo lo encontraste. Entonces el anciano entendió que Dios nunca deja de trabajar, pero que él prefiere las soluciones a largo plazo porque son más duraderas. Todos somos la solución para un problema. Este año, decide el problema que vas a solucionar, porque aunque la vida es dura, nosotros estamos hechos de un material más dura que la vida misma. Construye un feliz año.
Famel Vasquez
Lic. Comercialización