Cómo encontrar riqueza y gloria

Tres hombres de campo se juntaron un día para hablar sobre una rara reliquia que habían desenterrado en una de sus nuevas tierras. Mientras limpiaban el extraño aparato, un genio salió de lo que había sido una antigua lámpara mágica:

- Afortunados amos, estoy aquí para cumplir un deseo a cada uno de ustedes, después desapareceré junto con mi lámpara, para ser usado por otro dichoso dueño.

El primero pidió que el sol salga como siempre, no todos los días para que no seque la tierra, pero que si aparezca frecuentemente para dar luz a sus sembríos.
El segundo pidió que su familia lo pudiera recibir con alegría, aunque también a veces con algo de problemas, porque así podían unirse aún más, cada vez que tenían crisis.
El tercero pidió que sus animales permanezcan sanos, pero que a veces también puedan enfermar, porque así podía saber si algo estaba funcionando mal:
- Prefiero que los animales se enfermen para saber qué hago mal, y así mejorar. Además, es mejor que los animales avisen sobre un virus, antes que avise mi salud.

Ante tan simples pedidos, el genio replicó:
- Pero amos, esos deseos ya los tienen, para todo eso no me necesitan. ¿Por qué no piden riqueza o gloria?
- Disculpe señor –contestó uno de ellos- pero si usted dice que nuestros deseos ya los tenemos, y para eso no lo hemos necesitado, creo que ya tenemos riqueza y gloria. El que pide riqueza, es porque la ha perdido, el que pide gloria y honor, es porque no la ha sabido valorar.

Entonces el genio se alejó pensando en aquella poderosa lección:

Tanto la riqueza, como la gloria no es lo que uno recibe, sino aquello que tenemos y sabemos apreciar.

Famel Vasquez
Licenciado en Comercialización

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