En la época navideña, un padre decidió enviar un mismo regalo a cada uno de sus dos hijos que hace poco habían contraído matrimonio. Entonces, llegada la noche buena recibieron un ladrillo de parte de su padre. Junto al ladrillo estaba la siguiente nota:
Querido hijo, se que has comenzado una nueva etapa de tu vida. Me gustaría animarte a que puedas construir tu casa, aquí está mi apoyo.
El primero de los hermanos se enojó mucho, y al instante le escribió una carta y se la reenvió junto con el ladrillo, la carta decía lo siguiente:
Siempre has sido un padre avaro, ahora veo que no has cambiado en nada. ¿Crees que con un solo ladrillo me alcanza para una casa?
En otro lugar, el segundo hermano había recibido el ladrillo y al instante había contestado la carta y el regalo con la siguiente nota:
Gracias Padre, siempre has sido tan detallista y generoso, veo que no has cambiado en nada. Gracias por poner el primer ladrillo para mi casa, siempre que lo vea me impulsará para buscar los que faltan.
Ante estas dos cartas, el padre decidió enviarle el ladrillo que había recibido de su primer hijo, al segundo.
Ambos habían sido educados en la misma casa, pero cada uno tenía una forma distinta de ver la vida.
¿De qué color son tus gafas? Si son grises, siempre verás la vida como una tormenta y a nuestro país como un tormento. Nuestra actitud son los lentes con los que vemos al mundo, y una actitud positiva transforma al invisible en invencible.
¿Cuál de los dos hijos eres tú?
Famel Vasquez
Licenciado en Comercialización