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Querido Papá Noél,
Estoy harto de tus bromitas navideñas, el año pasado me enviaste un perro que después de comer le deja unos olorosos regalitos en la habitación de mi mamá, y adivina a quién le obligan a limpiar…claro, cómo no lo vas a saber, si lo tenías muy bien planeado.
Ya me parecía extraña tanta bondad de tu parte, claro, como soy nuevo en esto, te burlas del novato. Si no me querías dar algo, mejor no me lo dabas, pero en lugar de eso, me enviaste al perro más bullicioso que tenías en tu rancho. Ese perro ladra hasta porque sale el sol.
Aunque veo que lo tienes bien entrenado, porque el querido “amigo del hombre” se encargó de romper mis juguetes y los zapatos de todos mis hermanos, convirtiéndome a mí, en el enemigo público número uno de mi casa. Ahora me pierdo las salidas familiares, porque cuando ellos se van de paseo, todos dicen: “que no venga Carlitos porque viene con el perro”, pero ¿cómo no lo voy a llevar? Pues si lo dejo solo, destruye toda la casa. Yo creo que en realidad no fue un regalo, sino que a ti también te tenía harto, y aprovechaste la oportunidad para “regalármelo”.
Noél, sé que me he portado mal, pero tampoco te hice daño. Hasta te defiendo cuando dicen que no existes, o cuando mi hermano mayor dice que tienes a Barbie como tu amante. Mi tío me contó que una vez secuestraste al dinosaurio Barny porque te hace mucha competencia, y que en realidad Batman es el hijo que nunca reconociste, pero yo nunca les creo.
Desde ahora en adelante, solo te pido un regalo, un sencillo favor: ya no te metas conmigo, no quiero depender de ti para estar feliz, no quiero depender de un regalo para sonreír, que nadie, ni tú puedan hacerme sentir bien ni mal, eso lo decido yo. Veo a mi papi y mi mami que siempre están esperando de la suerte para que las cosas les salgan bien, pero para mí, es lo mismo que depender de ti, esperando que al menos una vez al año nos llegue un regalo (oportunidad) por buena suerte. Por eso, te pido que te lleves la buena y la mala suerte, desde ahora nosotros vamos a elegir cómo y cuándo vamos a estar felices. Odio esperar a la suerte para ser feliz, odio esperar que me regales algo bueno para ser feliz, te agradezco por tus regalos, pero mejor habla con Batman, dice que se cree murciélago, tu hijo te necesita.
Quien depende de la suerte, atrae la mala suerte, quien planifica su suerte no dependerá de ella.
Recuerda, Santa Claus no existe.
Escrito por:
Famel Vasquez
Licenciado en Comercialización
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