Creo que tengo miedo


Creo que tengo miedo porque hace mucho que no me siento rechazado

Hace mucho que no me siento tan cansado de algo, como para huir y darme por vencido

Hace mucho que no inicio algo, que luego lo dejo por la mitad, para luego retomarlo.

Hace mucho que no debo explicar a mis amigos el por qué no conseguí esas metas que les solía comentar

Hace mucho que no recibo un “no” por más de una ocasión

Creo que tengo miedo porque mis manos no me tiemblan y mi corazón no duda cuando emprendo algo nuevo.

Creo que tengo miedo, y he creído que al refugiarme aquí evito perder, ser rechazado, sentir cansancio y ganas de rendirme, he pensado que al no arriesgarme y justificarme con el miedo no voy a ser de aquellos que hacen las cosas a medias, como un mediocre, o de los que pierden el respeto de sus amigos por no cumplir aquello que sueñan. He creído que el miedo es un buen aliado porque me defiende de parecer un tonto que insiste después de un “no”. Mis manos ya no tiemblan, y mi corazón ya no duda; pero tampoco tiembla por la alegría de haber conquistado un sueño, ni siente la duda positiva de cuán grande podrá ser la siguiente victoria. No recuerdo el orgullo de haber insistido hasta cambiar aquel “no” en un glorioso “si”.

Había olvidado que un solo caso exitoso convierte todos los proyectos fracasados en un ejemplo de constancia, lo que parecía mediocridad será visto como flexibilidad para cambiar de estrategias, el cansancio, y las ganas de abandonar los planes, será considerado como una muestra de fortaleza, y el rechazo que me empequeñecía engrandecerá mi confianza para apostar por algo mayor.

Creo que tengo miedo, pero ahora el miedo ya no me tiene a mí. Aún lleno de temor, y dudas, caminaré ese paso extra porque las mejores victorias se encuentran fuera de mi zona de comodidad.

Famel Vasquez
Licenciado en Comercialización

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