Venciendo al Enemigo que llevo Dentro

Imágenes extraídas y editadas desde google|imágenes
Una joven estudiante de repostería sufría de un gusto exagerado por los tan deliciosos chocolates. Por dicho descontrol ya había visitado el hospital por algunas ocasiones y su médico no dudó en prohibir el consumo de tal manjar.

En una tarde de noviembre se preparó para presentar un postre de 10 chocolates como tarea en una exposición de su centro de estudios, por lo que decidió acudir al centro de exposiciones con algo de tiempo previo para poder organizar su stand. Sin embargo, para cuando llegó, su lugar de presentación ya había sido preparado por el comité del concurso, dejándole con casi media hora para esperar el inicio del evento. Entonces comenzó el martirio...

Al mirar y percibir la dulzura de los exquisitos chocolates sintió un fuerte deseo de probar uno, pero sabía que no le harían bien. Durante casi 15 minutos soportó la tentación, y decidió que debía premiar su fuerza de voluntad con “un solo chocolatito”, al saborearlo reencendió su fuerte deseo y mejor trató de distraer su atención para no probar otro. A los 3 minutos su mente encontró otra escusa para comer uno más, pues pensó que ese día tendría mucha presión y para poder manejar el alto nivel de estrés le ayudaría el tomar un segundo chocolate. Luego de disfrutarlo, sintió culpa y se prometió que no comería otro más, tapó la caja y buscó en su celular alguien con quien hablar. Al terminar una breve charla con una de sus amigas empezó a recordar lo que había sido su desayuno en la mañana y de alguna manera sacó como conclusión que le faltaba calorías en su cuota diaria de alimentación, y claro, ¿por qué no usar un chocolate para suplir la supuesta carencia? Además, aún quedaban 7 “postresitos” para presentar en la exposición. Pero luego de ésta última degustación creyó que había sentido un sabor extraño en su postre, por lo que tenía que “sacrificarse” por el bien de la repostería y comprobar si era un problema del último chocolate que probó, o era un error de receta, así que tomó dos de los bombones y los saboreó en nombre del “buen gusto”. Obviamente confirmó que había sido solo una mala apreciación de su parte, pues estaban deliciosos.

Ahora solo quedaban 5 chocolates  y 10 minutos antes de que dé comienzo el evento. Todo ese tiempo luchó con la tentación, y cuando dio inicio la exposición miró a lo lejos cómo cada uno de los 5 jurados tomaban una muestra de los postres presentados, y pensó que sus chocolates eran los mejores que había hecho “en su vida” y que sería muy triste ganar sin tener la posibilidad de quedarse con el recuerdo de ese rico sabor, por lo que decidió tomar el último y disfrutarlo.

Unos minutos después su voluntad ya estaba rendida y buscó una excusa final, pues dijo: “ya solo quedan 4 chocolates, incluso es menos de la mitad” y decidió abandonar el concurso, asumir la mala calificación y retirarse a su casa para comer los cuatro que le sobraban.

Su problema no fue comer el sexto chocolate y quedar fuera del concurso, sino comer el primero y así iniciar el problema.

Todos, todos los grandes problemas comienzan siendo pequeños. La mejor forma de huir de un león, es cuando aún es un cachorro.

Ciertas ideas deben ser canceladas justo al nacer, o abandonadas lo más rápido posible antes de que se convierta en un fuerte enemigo.

Escrito por:
Famel Vasquez
Mercadólogo (Lic. Comercialización)

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